¿Qué pasa con la ESCNNA en Medellín y cómo actuar?

Imagine que un niño o niña de su círculo familiar recibe mensajes de alguien desconocido a través de la red social que más usa, y que esa persona le engaña prometiendo dinero a cambio de fotografías en las que deba mostrar su cuerpo. O imagine que su vecina de 13 años tuvo que dejar el colegio por falta de recursos, y que sus padres no vieron con malos ojos que ella se fuera a vivir con un señor que le ofreció una “buena vida”.

Esas situaciones, aunque normalizadas, recrean algunas de las modalidades de un delito conocido como Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes – ESCNNA, y son apenas la punta del iceberg de una problemática compleja que está lejos de ser ficción en los barrios de nuestra ciudad.

¿De qué se trata la ESCNNA?

“La ESCNNA es una de las peores formas de violación de los derechos de niños, niñas y adolescentes”, afirma de manera contundente Carolina Peláez, profesional jurídica del Sistema de Alertas Tempranas de Medellín, SATMED.  

Este delito, según la Mesa contra la ESCNNA, consiste en la “utilización sexual de niñas, niños y adolescentes (NNA) para la obtención de ganancias sexuales, económicas, sociales o políticas, fruto del aprovechamiento de una posición de vulnerabilidad, desequilibrio de poder o confianza respecto al adulto, abusador o explotador. Es un delito que lleva a la cosificación y mercantilización de NNA, vulnerándoles sus derechos y afectando su dignidad e integridad”.

Las maneras en que se puede presentar este delito son varias. Por ejemplo, a través de matrimonios o uniones serviles y/o forzosas, o a través de entornos digitales, como los casos recreados en líneas anteriores. Pero también existen otras modalidades, como la trata con fines de explotación sexual; en contextos de viajes y turismo; en vía pública, lugares privados, contextos comunitarios o en entornos donde se desarrollan obras de infraestructura; o la utilización por parte de grupos armados con fines de explotación sexual.

Lo que sucede en Medellín

En 2019 la Mesa Contra la ESCNNA y la Universidad de Antioquia publicaron el “Diagnóstico y recomendaciones para la erradicación de la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes en Medellín en la administración municipal, 2020-2023”, en el cual presentaron el siguiente panorama frente a la situación actual en Medellín, y llamaron la atención frente a la disparidad de las cifras reportadas:

“El Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo de la Policía Nacional-SIEDCO reportó un total de 918 casos de denuncias por delitos relacionados con la ESCNNA entre enero de 2015 y junio de 2019. De esta información se destaca que la problemática afecta en mayor medida a las mujeres y a adolescentes (entre los 12 y 17 años). […] Para el mismo período de tiempo, la Unidad de Niñez de la Alcaldía de Medellín reportó 1.856 atenciones por el motivo “víctima de ESCNNA”. La mayoría de las atenciones fueron a víctimas del género femenino (86%) y a adolescentes (84%)”.

En lo que respecta al año en curso, durante el primer semestre la Unidad de Niñez de la Alcaldía de Medellín reportó atención a 112 casos de ESCNNA. Aunque es una cifra inferior al mismo periodo del año pasado, estas 112 historias dan cuenta de una problemática que sigue dejando impactos significativos para los niños y las niñas. De estos 112 casos, 96 fueron contra niñas y adolescentes mujeres, y otros 16 contra niños y adolescentes hombres, y según reportes de la Alcaldía de Medellín, las comunas donde más se presentaron estas situaciones fueron Villa Hermosa con 28 hechos, La Candelaria con 15 y Popular con 12.

Según explica Carolina Peláez, “Comuna 1 es una de las comunas con mayor reporte o indicios de presunta ocurrencia de ESCNNA, pero no solamente por los casos que se presentan en este territorio, sino por los que se presentan por fuera, especialmente en la Comuna 14 El Poblado o Comuna 11 Laureles, donde niñas de estos territorios son trasladadas allí. […] En algunas ocasiones quienes están detrás son los grupos armados que ejercen el control de los territorios, pero también hay redes dedicadas exclusivamente al lucro a través de la ESCNNA”.

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Pongamos el foco en los factores de riesgo

“Solo aquello que se conoce es lo que se puede prevenir”, afirma Carolina, quien ante este panorama considera que, si bien la atención a estos casos es una obligación del Estado, es necesario que la ciudadanía en general aporte a los procesos de prevención para que estas situaciones de vulneración a los derechos de NNA no se presenten o sean detectadas a tiempo.

“Hay que enfocarnos en los factores de riesgo, y no esperar a que el niño o la niña llegue con la problemática. Debemos mirar esas pistas que nos permiten prevenir. Por ejemplo, el constante uso del celular sin acompañamiento; o si las niñas o niños empiezan a llegar a la casa con algunos elementos que no se sabe de dónde los obtuvieron; que sientan desmotivación o no hayan regresado a estudiar, la desescolarización es un factor de riesgo importante; el maltrato intrafamiliar. Y otros asuntos más complejos, como el consumo de sustancias. Cosas como esas son en las que nos tenemos que enfocar y no hacernos los de la vista gorda, porque pasa que vemos que eso está pasando y nos quedamos callados”.

Por su parte, Sandra Ladrón de Guevara, promotora de niñez de la Corporación Con-Vivamos, sugiere que adultos y adultas deben superar los imaginarios relacionados con la falta de comprensión por parte de los niños y las niñas sobre estos temas, pues esto impide que se dé una comunicación efectiva que permita generar procesos de prevención desde el núcleo familiar.

“A veces creemos que todavía no tienen la edad para hablar de ciertos temas, que respecto a la sexualidad específicamente debemos usar palabras diferentes, y eso entorpece la comunicación e impide que comprendan e identifiquen esos factores de riesgo, o que puedan hablar y pedir ayuda”.

Sandra Ladrón de Guevara.

Sandra y Carolina también comparten una visión, y es sobre la importancia de las organizaciones y procesos comunitarios de cara a la prevención. “Muchas veces son las organizaciones a donde las personas acuden en busca de respuesta, ni siquiera son la misma familia o la misma institucionalidad”, expresa Carolina.

“Hay muchas iniciativas de procesos comunitarios con NNA en las que estamos convencidas de su poder de participación, de sus subjetividades políticas y también sabemos los riesgos que están corriendo, en diferentes ámbitos sociales, y estamos también capacitándonos y visibilizando esos riesgos, como puede ser la ESCNNA”, puntualiza Sandra, quien pone como un ejemplo al proceso Mujer Joven y Vida, que desde el barrio Villa Guadalupe en la Comuna 1, brinda espacios de participación a NNA para la promoción y exigibilidad de sus derechos.

En ese sentido Mariangel Álvarez, de 11 años de edad, y participante de Mujer Joven y Vida, cuenta que ella para sentirse protegida participa en grupos como este: “allá nos enseñan mucho sobre los derechos, sobre qué es la explotación sexual comercial, entonces uno ya va teniendo en cuenta y sabe a qué prevenirse, hay muchos niños que no saben cómo prevenir porque no saben qué es eso. […] Yo sueño con que a todos los niños se nos hagan cumplir los derechos y se acabe la ESCNNA”.

Organización comunitaria frente a la ESCNNA. Un poco de historia

Justamente al hablar de estrategias de prevención de la ESCNNA, la historia del proceso Mujer Joven y Vida resulta significativa. Este colectivo nació en el 2001, cuando la Corporación Con-Vivamos inició el acompañamiento a un grupo de niñas interesadas en el baile, y desde entonces ha generado reflexiones profundas con niñas y niños, para desnaturalizar esta y otras formas de violencia.

“Era la época de la hegemonía y el control del Bloque Cacique Nutibara, antecitos de la desmovilización. Fueron dos años de mucho conflicto, pero luego vino la desmovilización y se empezó a ver más manifiestamente la presencia de estos grupos con las motos, con la droga, con los lujos, y las niñas se veían muy seducidas por eso. Desde entonces tuvimos una lucha muy intensa intentando rescatar a estas niñas para que no se fueran con ellos y que pensaran en otras alternativas”, narra Clara Ortiz, actual directora de la Corporación Con-Vivamos y una de las primeras acompañantes del proceso Mujer Joven y Vida.

Clara recuerda que cuando hacían la pregunta “¿Qué quieres ser cuando grande?”, la respuesta “modelo” siempre estaba entre las tres primeras, porque era esto lo que dicho contexto les estaba inculcando a las niñas.

Además, relata que “cuando los paramilitares se desmovilizaron y estuvieron acampados en Cristales, San Roque, a muchas chicas del barrio las llevaron allá. Porque los paras hicieron la lista y se llevaron pelados que no estaban involucrados directamente en el conflicto, y muchos se fueron porque no tenían nada más qué hacer. Eran los primos, los amigos, los novios los que estaban allá, y estos manes se las llevaban, las invitaban, sobre todo como a las más vulnerables, las más solitas… y así empezó esa red, las iban engatusando e involucrando, con lo que significaba eso por la imposibilidad o dificultad de salirse ya después”.

Fue por esto que uno de los retos y apuestas más grandes de Mujer Joven y Vida fue generar la reflexión con las niñas y los niños a partir de la vivencia cotidiana. “Analizábamos la situación de esas niñas que conocíamos, que estaban en el colegio, y les preguntábamos [en el grupo] qué conocen, qué saben, qué opinan de eso, y así fuimos construyendo con ellas y ellos el concepto de explotación sexual y comercial. La metodología siempre fue desde la pregunta, y el discurso entonces se iba construyendo desde el análisis de la propia experiencia. Empezamos a hablar de ese tema y ellos empezaron a contar esas situaciones”.

También implementaron otras metodologías para generar prevención, como los monitoreos del territorio, donde las niñas y los niños identificaban las vulnerabilidades dibujando los mapas de sus barrios. Así mismo, explica Clara, fueron y son importantes estrategias como la reflexión y el intercambio con otras organizaciones, los recorridos territoriales, las charlas, y los talleres conjuntos. Todo esto ha tenido como impacto, aunque parezcan resultados no muy visibles, que muchas de las niñas que han pasado por Mujer Joven y Vida hoy continúen estudiando o no se hayan visto enfrentadas a una maternidad temprana.

Retos y rutas

La experiencia de este colectivo permite otra reflexión, y es que, aunque existan procesos de prevención desde las comunidades y organizaciones, hay contextos y aspectos sociales, políticos y culturales que representan graves riesgos para niños, niñas y adolescentes, y que imposibilitan el disfrute pleno de sus derechos. La desigualdad social, las dificultades para el acceso a la educación, la falta de oportunidades y espacios alternativos para adolescentes y jóvenes, los conflictos urbanos, entre muchos otros, ponen a NNA en mayores condiciones de vulnerabilidad.

“El que las niñas y los niños, pero sobre todo las niñas, no tengan otras alternativas, o consideren que esa es la única viable para poder salir de la pobreza, o encontrar reconocimiento, hace que la reflexión siga estando al orden del día, porque es una problemática que no cesa y sigue teniendo mucho impacto en la sociedad”, concluye Clara.

De ahí que resulte tan necesaria la suma de esfuerzos comunitarios e institucionales para la superación de estas problemáticas, pero también la exigibilidad por parte de la sociedad civil para que sea el Estado el garante de todos los derechos.

Mientras tanto, la tarea de prevenir y proteger a los niños, niñas y adolescentes de delitos como la ESCNNA sigue siendo de todas y todos.

Si usted conoce un caso de ESCNNA o identifica a una niña, niño o adolescente que esté en riesgo, ingrese a la página www.medellin.gov.co/satmed. Allí encontrará la pestaña “Alértanos”, donde de manera anónima podrá notificarle al Sistema de Alertas Tempranas la ocurrencia o posible ocurrencia de este delito. El SATMED se encargará de reportar a quien corresponda la atención directa, como Fiscalía, Policía, o en caso de que haya ocurrido ya una violencia sexual, se encargará de activar la ruta en un centro de salud. Sin embargo, si usted considera que la atención que se requiere es inmediata, lo recomendable es llamar a la línea 123 social.

De esta manera, poco a poco, podremos tejer redes protectoras en cada calle, en cada barrio, en cada territorio, para que niños, niñas y adolescentes no tengan que vivir más situaciones que atenten contra su dignidad.

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