El pasado 23 de julio inició la segunda Escuela de Barrios para la Paz y la Reparación Territorial, iniciativa impulsada por la Corporación Con-Vivamos, el Instituto de Estudios Políticos y el Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Antioquia. La Escuela hace parte del Proceso de Memoria Colectiva y Paz Territorial de la Zona Nororiental de Medellín, que ha venido trabajando desde el año 2018 en la implementación de rutas restaurativas y procesos de construcción de paz territorial urbana en el marco del Acuerdo de paz (2016), firmado entre el Gobierno nacional y las extintas FARC-EP.
A finales del 2021, se presentó la Ruta Restaurativa para la Paz Territorial Urbana en Medellín, que reúne los principales hallazgos de la primera Escuela y establece los cimientos para el desarrollo de esta nueva versión. Claudia Rengifo de la Corporación Con-Vivamos explica que “después de la entrega de los informes El Vuelo de las Mariposas y La Luz de las Luciérnagas al Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, se intencionó (en 2021) la primera Escuela para trabajar temas de memoria, paz territorial urbana y qué entendíamos por restaurativo, y este año queremos aterrizar la ruta a prácticas concretas para cultivar la paz”.
De esta manera, la Escuela desarrolla dos módulos: Lugares de memoria y Planeación barrial, a partir de metodologías de educación popular y pensamiento crítico.
“Se hace especial énfasis en la memoria como dispositivo de remembranza y exigibilidad, y en la planeación local como mecanismo para el fomento y la construcción de territorios de paz, con el fin de avanzar en la construcción de agendas para el buen vivir urbano y en las territorialidades para la paz”.
Paula Vargas, profesora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Antioquia, durante el lanzamiento de la Escuela.
Además de las cátedras formativas, en las que participan líderes y lideresas de procesos comunitarios y de víctimas sobrevivientes de las comunas 1, 3, 7, 8 y 13 de Medellín, se tendrán seminarios y conversatorios de interlocución y diálogo de saberes con todos los actores de ciudad involucrados en el proceso.
“La paz no es solamente la dejación de armas. La construcción de paz representa garantizar condiciones de vida digna para los territorios y toda la población, y esto pasa por garantizar que los diferentes actores hagan parte de este ejercicio, reconociendo las experiencias de auto reparación y construcción del territorio que han liderado nuestros pobladores”, agregó la docente resaltando la importancia de la presencia de la institucionalidad, la comunidad, la academia, los y las firmantes de paz, y las organizaciones sociales en estos espacios de participación y construcción colectiva.
Por su parte, Luis Eduardo Giraldo, Secretario de la No-Violencia de la Alcaldía de Medellín, reconoce que la institucionalidad tiene unas responsabilidades y compromisos muy concretos y que es precisamente la Escuela el escenario propicio para plantear reflexiones alrededor del papel del Estado en la construcción de paz. “Para la institucionalidad la construcción de paz implica reconocer lo que han hecho las organizaciones, reconocer que allí hay unas rutas, unos saberes y unas propuestas, pero que también hay unas experiencias y que no somos los primeros que desde la institucionalidad estamos promoviendo la construcción de paz”.
Giraldo afirma que aunque no son los primeros en aportar a la construcción de paz, sí se evidencia una voluntad política en el actual gobierno, pues “la institucionalidad no está acostumbrada a construir paz, estaban más concentrados en la seguridad”. Además, enfatiza en que es necesario que el Estado garantice la dignidad de las personas y la generación de escenarios propicios para que las organizaciones continúen construyendo paz en los barrios.
Medidas de reparación territorial
Según las cifras presentadas por el Informe Final de la Comisión de la Verdad, entre 1985 y 2019, 7.752.964 de personas fueron víctimas de desplazamiento forzado en Colombia, lo que la convierte en la principal causa de victimización durante el conflicto armado interno. “En las ciudades, los impactos del éxodo campesino de mediados del siglo XX, el desplazamiento forzado de finales de los noventa y principio de los dos mil y la agudización del desplazamiento forzado intraurbano, configuraron un «urbanismo de guerra […] urbanismo salvaje o la brava»”.
El Informe revela que gran parte de las personas desplazadas migraron a las ciudades capitales donde crearon asentamientos en los bordes y laderas, que luego se convirtieron en “claros ejemplos de procesos de expansión no planificados sobre áreas urbano-regionales, en los que siguieron predominando la segregación, la fragmentación y la desigualdad de procesos de urbanización en permanente crisis”.
“Las víctimas llegamos a las zonas de la ladera porque son los lugares que nos abren las puertas cuando la institucionalidad nos las cierra”, manifiesta Gisela Quintero, lideresa de la comuna 8 y participante la Escuela. Gloria Naranjo, profesora de la Universidad de Antioquia, explica que más allá de la reparación individual y colectiva, está el daño al territorio que, en última instancia, es el que recoge las memorias del poblamiento, de la recepción de víctimas sobrevivientes y de las resistencias que estas han emprendido al enfrentarse a una ciudad desconocida. Es así como plantea que la reparación territorial debe ser un asunto primordial en los procesos de construcción de paz.
Gisela reconoce que las comunidades llevan años trabajando la planeación sin darse cuenta, y que ese dolor individual que luego se convirtió en colectivo, lo fueron transformando en convites, sancochos, en la Mesa de Víctimas y otras acciones que han aportado a la construcción de paz en Medellín. “Nosotros no esperamos nada del Estado y creo que en lo que hemos hecho inconscientemente, que luego nos juntamos academia y comunidad, nos damos cuenta que hemos construido territorio, que hemos construido comunidad y tejido social”.
“Yo quiero vivir con dignidad porque a mí me arrebataron un proyecto de vida y ese proyecto de vida está basado en volver a reconstruir ciudad, volver a reconstruir familia y comunidad. Esta ciudad también es nuestra, nosotros también somos partícipes de la planeación y queremos que nos reconozcan como sujetos políticos. Las víctimas estamos en la ciudad como sujetos de derechos”.
Gisela Quintero.
Naranjo enfatiza en que esta “pelea” por el derecho a la ciudad no es nueva y que desde varios años atrás las comunidades están desarrollando propuestas de desarrollo urbano para el mejoramiento integral de barrios. La Escuela llega precisamente para darle continuidad a la planeación y a la identificación de lugares de memoria en perspectiva de paz y reparación territorial urbana.