Una preocupante situación de Explotación Sexual y Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ESCNNA) vive hoy la Comuna 1 de Medellín. Problemática que sigue escalando, principalmente, en Santo Domingo Savio y arrebatando los sueños a la niñez.

La línea K (Santo Domingo) del Metrocable de Medellín resolvió los problemas de movilidad a parte de la ciudadanía de la Zona Nororiental. Pero ni este medio de transporte integrado masivo, ni la institucionalidad, ni las organizaciones populares y comunitarias, tuvieron presentes daños colaterales como el auge del turismo sexual y narcoturismo.

Adolfo Taborda, líder histórico desde 1989, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) de Santo Domingo Savio entre el 2016 y el 2021, y actual coordinador del Programa de Derecho a la Ciudad y Territorio de la Corporación Con-Vivamos, evidencia el cambio que han sufrido los espacios y habitantes de su barrio, y la situación de vulneración de derechos humanos que allí se vive. 

Con-Vivamos: ¿Desde hace cuánto se viene evidenciando esta problemática?

Adolfo Taborda: Desde 2004. Tras la inauguración de la línea del Metrocable, de la Biblioteca España en 2007, obras alrededor de las estaciones y otras intervenciones del espacio público con el Proyecto Urbano Integral (PUI), la biblioteca se convirtió en el elemento de atracción del territorio, los niños se iban tras los turistas contándoles lo que era esta y una parte de lo que había sido Santo Domingo. Diferentes actores, además, pasaron de pensar que el Metrocable era solo un medio de transporte a descubrir que había otras modalidades como la de explotar el tema del turismo en el territorio. Fue entonces cuando las dinámicas allí cambiaron radicalmente.

C.V: ¿Cuáles son las principales dinámicas, asociadas a la ESCNNA, que ha identificado en el territorio? 

A.T: Creo que la ruta Santo Domingo – Parque Arví, es una de las más peligrosas para la niñez. Llegan los turistas a la estación, señores de 25, 30, 40 años y se encuentran con niñas de 14, 13, para seguir su rumbo a la zona boscosa del parque y pase lo que no debe pasar. Se ha visto que las jóvenes y niñas tienen en su celular la foto y el nombre del adulto con que se van a encontrar, entonces eso nos dice que hay una red que vende estos servicios en el territorio y que hay una fuerte relación con el internet y las redes sociales. Esto ha llegado al punto de que no solo usan el Arví para sus encuentros, sino que se han adecuado espacios en Santo Domingo a los que se desplazan en otros medios de transporte y pasan la noche. Esos son “amanecederos”, otro motivo de tanta desaparición de niños y niñas del territorio, pero también de venezolanos de quienes se aprovechan por su falta de recursos. 

Sin duda, muchos padres y madres son cómplices de este delito. A raíz de la falta de oportunidades, las pocas opciones laborales y el empobrecimiento en la zona, utilizan a sus hijos para la ESCNNA, para el Reclutamiento de Niños, Niñas y Adolescentes (RUNNA) y para la mendicidad. Después de las 6 de la tarde y los fines de semana, vemos un sinnúmero de niños y niñas enredadas en estas formas de vulneración.

C.V: ¿Cómo influyen, en estos casos, los espacios públicos?

A.T: La niñez no se siente segura en estos espacios, creemos que es donde más casos de vulneración hay. Está todo el mundo pendiente qué hace y/o le pasa a un niño o niña, son lugares de encuentro para estos delitos, hay acoso, individualización por grupos al margen de la ley y otros actores; el parque, las canchas es donde más se consumen psicoactivos y la niñez está propensa, ya no sale a jugar a las calles porque está siendo vista desde escenarios de utilización. 

Vienen 30 turistas caminando por la acera y siempre soy yo el que le debe dar el paso y, resulta que lo público y comunitario es de todos y todas. Está pasando lo mismo de la Comuna 13: los y las niñas salen en la mañana por las arepas, a jugar; las madres a hacer sus compras, pero cuando son las 9:00 a.m., se entran casi obligadas a sus casas por tantos visitantes, se pierde la vida comunitaria y social, sentimos que esto ha desplazado realmente. La práctica frente al tema del idioma y utilización de este (español-inglés) no está consolidada, no hay un intercambio, no hay una comunicación adecuada.

Ya no ingresan las balas por las ventanas de aquellas familias y casas, sino que ingresan las cámaras irrespetando y no valorando lo que significa el interior de un hogar. Entonces las cámaras también se han vuelto otro elemento disuasivo para poder interpretar el turismo de una manera irrespetuosa. ¡No se toman fotos a los niños, no se explotan a los niños, no se les da plata, no se utilizan este tipo de aspectos para poder llegar hasta ellos!

Por otra parte, la lupa también debe estar puesta en las instituciones educativas. Creemos que tampoco son espacios seguros. En los colegios debemos estar más vigilantes porque los chicos mayores inducen a los menores: “vamos pa’ la fiesta, vamos que viene gente de otra parte”. Debemos tener una tarea conjunta entre instituciones educativas, defensores de derechos humanos y autoridades competentes, que nos pongamos en cintura.

C.V: ¿Qué turismo se podría implementar entonces?

A.T: No estamos diciendo que el turismo ha sido malo del todo, sino que no ha tenido una política pública reguladora. Es un turismo capitalista y arrasador en el que cada quien lo hace como le da la gana, cada quien piensa y actúa como le venga en gana y pasa por encima de los demás. Ha sido devastador y lo relacionamos con, aproximadamente, un 80% los casos de vulneración a la niñez. No es responsable, no es respetuoso, abusa, no es ecológico porque no regulan a las organizaciones que lo impulsan. Un turista, sin políticas ni escenarios dispuestos para implementar temas de recolección, deja 1 libra o libra y media de residuos al día.

El turismo debe ser de base comunitaria, constructor de memoria. Protector de la niñez, juventud y de los espacios públicos; que alimente al territorio desde lo cultural, que exija y denuncie.

C.V: ¿Qué hacer y se está haciendo frente a este tipo de vulneraciones?

A.T: Lo clave es que no se ha tenido una articulación entre la institucionalidad, administración pública, las empresas de transporte, ni demás organizaciones del territorio. 

Ya nos sabemos de memoria el mantenimiento que le hacen al sistema Metro. El tema debe ser más de fondo, está el ser humano. Falta que la empresa público-privada sea el escenario para contar lo que en realidad está pasando, que deje de ser cómplice, regule, implemente políticas públicas y sociales, campañas de prevención en sus vagones que luchen contra la ESCNNA y la utilización. Pero no ha sido posible concertar con ellos para que, a través de sus medios de comunicación, informen y denuncien, que sus funcionarios sean formados para evitar y reaccionar frente a los casos de turismo sexual, narcoturismo, etc.

Ni las autoridades competentes, ni derechos humanos, ni la policía, han hecho presencia total en el territorio para poder atacar estos delitos. Hay una incompetencia de la institucionalidad, ¿qué infraestructura proporciona para un turismo responsable y comunitario? ¿Cómo lo regula? Sus programas no han tenido efectividad en el territorio y no han logrado integrar a estas organizaciones y colectivos de turismo en el mismo. La sociedad tiene mucho que ver porque no hemos logrado programas sostenibles en el tiempo para impedir el avance de las vulneraciones.

Se debe potenciar el tema pedagógico, la denuncia por los micrófonos. Hay que pensar estrategias para poder llegar a todas las familias, adquirir elementos de juicio para enfrentar ese fenómeno que, no solo instrumentaliza la niñez, sino que la utiliza frente al tema sexual. Debemos seguir recurriendo a las comisiones accidentales, a nuestros medios de comunicación populares y comunitarios; como líderes y lideresas, debemos denunciarlo en cada uno de los espacios que estemos, en todas las reuniones con la comunidad. 

La organización comunitaria y social, ONGs, las Juntas de acción comunal y administradoras locales, los colectivos sociales, culturales y artísticos, las instituciones educativas, la iglesia, alcaldía y empresas de transporte, tenemos que reconocer que, de diferentes formas, somos responsables. Estamos en la obligación de sumarnos desde el respeto, la empatía y solidaridad a niños, niñas, jóvenes y adolescentes que se han estado formando y luchando contra estas problemáticas, hecho plantones, marchas carnavales, campañas de comunicación, estrategias de incidencia, entre otros mecanismos que les regresan sus sueños.

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